El día 2 de enero, mi madre y yo y dos amigas que también son madre e hija nos fuimos en coche a Portugal, en un ataque de consumismo, a la feria de Valença.
Llegamos al recinto donde se sitúa la feria a la hora de comer por lo que fuimos a un restaurante que está allí al lado. Al margen de las competitividades con el país vecino comimos como reinas a un precio irrisorio. Las 4 pedimos pollo asado por lo que nos trajeron una ración para cada una; lo que no nos esperábamos era que cada ración constaba de: medio pollo asado acompañado por patatas fritas, ensalada y arroz. Cuando nos terminamos nuestras raciones, 3 de nosotras pedimos café porque no nos entraba nada más en el estomago y la cuarta pidió mousse de chocolate. Al ir a pagar nos cobraron 30 euros; es decir, daba a 7'5 euros cada una. No se vosotros, pero yo no conozco en España ningún sitio que te sirvan esas cantidades a ese precio.
Después de comer nos fuimos a la feria propiamente dicha y allí vimos todo tipo de puestos desde ropa y complementos hasta muebles y cerámica pasando por alimentación y animales. En un alarde de autocontrol yo sólo me compré unas zapatillas con forma de botas y con pelo por dentro, una camiseta térmica roja y un tazón de desayuno.
Por mis compras podríais deducir que vivo en un lugar dónde hace mucho frío; pues siento haberos llevado a semejante error, pero no es así lo que pasa es que yo soy muy friolera.
Espero que os haya gustado. Si tenéis alguna petición podéis dejarme un comentario aquí, en el canal, en mi twitter:@Iriateayuda si lo preferís podéis enviarme un correo a: iriamuch@gmail.com. Muchas gracias por leer y hasta otra.
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